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Editorial / Licenciado Pedro Álvarez - Presidente del Consejo Legislativo del Estado Bolivariano de Mérida


 11-07-2022

 Licenciado Pedro Álvarez


En tiempos pasados, o algo añejos, acompañe a un grupo de profesores y docentes a unas actividades que se realizaron, en las hermosas y robustas instalaciones de la Universidad del Zulia, recuerdo que me correspondió compartir de manera bien agradable con científicos, antropólogos y profesionales universitarios, y el tema para ser preciso, tenía que ver con los grupos emergentes de carácter popular, que para ese momento pujaban ferozmente por blindar sus posiciones en esto que el presidente Chávez llamó Poder Popular.

Y pues creo que es buena la ocasión, para hablar sobre esto, puesto que junio y julio son meses de profunda conmemoración histórica, para muestra un botón: Declaración de independencia, Batallas gloriosas como la de Carabobo, Boyacá, Pichincha entre muchas, encuentros amorosos como los del libertador y Manuelita, decretos y regulaciones de dura y bestial guerra de más de 14 años y momentos de verdadera gloria emancipadora y libertaria. 

Pero lo cierto de la analogía es que al  igual, de aquel encuentro, en esta alegre y calurosa universidad marabina, el elemento común fue, es y será la gente, los llamados cimarrones, los desprestigiados colectivos, los hombres y mujeres de a pie, que se lanzaron a libertar a fuego, machete y sangre, nuestra patria, del formidable imperio Español, solo en Mérida se unieron mas de 500 hombres y mujeres que sin saber disparar le dijeron al libertador “ Acá estamos y vamos con usted” más de tres cuartas partes de la población existente, dieron su sangre, tomando en cuenta que la población total  en Venezuela era de  un millón de habitantes.

Los títulos o rangos de guerra se adquirían en la confrontación, en la pelea a diente y cuchillo, la academia militar era el combate y el campo de batalla, no existía ejercito, eran hombres y mujeres que llenos de dignidad y valor dejaban todo para enfrentar de manera extraordinaria y terriblemente dolorosa, el decidido  compromiso  a futuro, de entregar a las prosperas generaciones una patria libre.

Ejemplos nos sobra, el Negro Primero, el Centauro Páez, Luisa Cáceres de Arismendi, la Manuelita y aquellos venezolanos, venezolanas y extranjeros, que nunca supimos su nombre; dicen algunos historiadores que en Taguanes fue tan bestial la batalla que los llaneros regresaban llenos de la sangre invasora, llevando como trofeo, la cabeza del español enemigo, o como en Pichincha que fue a bayoneta calada y cuerpo a cuerpo, verdadera carnicería, fue una guerra de más de 12 años de los de a pie, de los odiados colectivos, de los hediondos y mal olientes, contra el disciplinado ejército imperial español, los mismos colectivos de los puentes en la frontera colombo-venezolana, los mismos del Febrero glorioso, de puente Yaguno, del Caracazo, del marzo Merideño, de la rabia y puja contenida, los mismos colectivos populares que aguantaron y siguen resistiendo el asesino bloqueo imperial norteamericano.

Es el benemérito Juan Vicente Gómez, quien después de tanta mortandad, le pone punto final, a  esta arrechera gloriosa, agrupando las montoneras y colectivos en lo que ahora es nuestro ejército.

Por esa razón el Comandante de nuestra Fuerzas Armadas es el Presidente de la República, sea militar o civil, esto por decisión del pueblo de a pie.

Nuestro ejército actual es miliciano, es popular, su génesis viene de las querencias de la mujer y del hombre sencillo, viene de las montoneras, su bravía es desmesurada y profundamente  cimarrona.

Vivan los colectivos revolucionarios.