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Gobernador de Mérida rindió homenaje al Cardenal Porras Cardozo


De padre Táchirense, madre Guayanesa, natural de Caracas, pastor de Venezuela y representante de la merideñidad y su universidad en el mundo entero, así reconocen a Baltazar Cardenal Porras como nuevo administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas.


Euro Lobo SSCC / CNP: 12.112

(Mérida / Especial).- “Merideño, así me saludaba Su Santidad San Juan Pablo II cuando me veía y no recordaba mi nombre” contó el Cardenal Porras refiriéndose a su identidad como natural de esta tierra, al recibir una placa de reconocimiento que este jueves entregó el Gobernador de Mérida Ramón Guevara, para corresponder a su nombramiento como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas.

El primer mandatario regional expresó el orgullo que siente de contarse entre los amigos del Príncipe de La Iglesia, al tomar la palabra le agradeció sus gestos de acompañamiento, amistad y guía y recordó que, hace 35 años fue nombrado por el Papa San Juan Pablo II, como Obispo Auxiliar de Mérida.

Guevara reconoció que en la vida política contemporánea de Venezuela, el clero ha jugado un papel de suma importancia, “su nombre lo escribirá la historia con tinta de oro”, le dijo a Su Eminencia en el momento de entregar la placa.

Vida de Servicio

El Cardenal Porras puntualizó que, su vida en Mérida ha sido un constante aprendizaje, recordó que en su primera visita pastoral a la aldea de Platanales en la población de Pueblo Nuevo del Sur, perdió un par de zapatos y daño una sotana “nuevecita”, a los días le tocó visitar Aricagua y entonces se preguntó “madre mía, ¿dónde me han mandado?”.

El dignatario aseguró que esta labor en su vida ha sido “una gracia muy grande” por lo que, agradeció la deferencia al Gobernador de Mérida acotando que, “para mí es un orgullo representar y ostentar el gentilicio merideño”.

Mérida, tierra bendita

Con la sapiencia del pastor, el Arzobispo emeritense aseguró que la tierra andina es un lar bendito. Al referirse a los naturales de las montañas, recordó varias anécdotas que señalan el servicio y el emprendimiento de todos aquellos que a lo largo de la geografía nacional o en cualquier parte del mundo, llevan el apellido “merideño” con orgullo.

Rememoró que en la visita que el Papa Juan Pablo II hiciera a Mérida en 1985, siempre agradeció la belleza de las montañas, la calidez que le acogió, por ello, siempre que le visitaba, notaba que el Sucesor de Pedro no recordaba su nombre, sin embargo con voz gruesa le saludaba afectuosamente diciendo “Mérida, Mérida”, rió el purpurado al contar esta historia.
Tierra de Esperanza

Estos son momentos para llevar una actitud positiva, aseveró el pastor quien agregó que, “los grandes cambios en las sociedades se construyen desde abajo, desde lo que cada uno puede hacer en su pequeño círculo social, donde el sentido de fraternidad y lucha, de servicio, de tender la mano, está por encima de todas las diferencias que podamos tener, que es lo que nos hará construir esta unidad que tanta falta nos hace”.

Para finalizar aseguró que esta nueva responsabilidad encomendada por el Papa Francisco, no le apartará de la ciudad serrana, su universidad, su pueblo y sus feligreses, por el contrario, hacer cumplir el lema del escudo emeritense, será un reto para quien lleva el gentilicio tan arraigado como su amor por el servicio a la palabra de Dios. (19/07/2018)