Comparte su secreto para suavizar la presión y el estrés que puede atravesar un médico veterinario.
El 21 de julio se
celebra el día del médico veterinario en Venezuela. En el marco de su semana aniversario
la doctora Aylen Aure comparte su camino recorrido de la mano de esta
profesión. La dureza de sus convicciones, su historia de vida familiar, su
lucha por alcanzar sus metas que la llevaron de una hepatitis a realizar
actividades extra curriculares de trabajo de campo para aprobar un año académico.
Hace que la vida de Aylen Aure merezca ser escuchada.
Aure egresó de la
Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, UCLA, en la ciudad de Lara,
Barquisimeto en el año 1994. “Me gradué en el mes de mayo” recuerda. Al
analizar su vida y el éxito construido tras su profesión se me ocurrió
preguntarle qué se llevo de la Universidad para toda la vida, además de sus
estudios de veterinaria. La pregunta parecía específica, pero su respuesta fue
la sabiduría otorgada por la vida, aplicable para cualquier sueño o meta que
desees alcanzar.
“Es una carrera
hermosa que te pone en contacto con la naturaleza, los animales. Es una carrera
que también te da mucha calidad de persona, de ser humano. El hecho de querer
ayudar a los animales quienes a final de cuenta contribuyen a la alimentación
de los seres humanos. Esto nos hace valorar el hecho de que todos tenemos un
rol para prolongar la vida en el planeta”. Reflexiona la doctora Aure. La
compasión, la gratitud y el trabajo en equipo, nos llevan a reconocer que todos
estamos conectados en este mundo.
Pero no todo es
color rosa para un veterinario. Según un estudio de la edición de Journal of the American Veterinary Medical Association (JAVMA),
realizado durante los años 2003 al 2014,
la profesión de medicina veterinaria deriva en el mayor caso de
suicidios debido entre otras variantes al alto grado de ansiedad con el que
lidian los profesionales de la salud animal en los Estados Unidos. En otros
países como España la tasa de suicidios en médicos veterinarios también es más
elevada en comparación con el resto de la población. Por eso la doctora Aure
enseña una manera de encontrar el equilibrio en medio del estrés y la presión.
La mente de un médico veterinario tiene un
abrumador trabajo cotidiano. Luchar contra el tiempo establecido durante la
cuarentena para atender a los pacientes, las limitantes por parte de los dueños
de las mascotas al momento de suministrarles algún tratamiento, y el deber
ético de transformar el dolor y el sufrimiento de las mascotas en una mejor
calidad de vida para el animal, esta última como filosofía inexpugnable de todo
veterinario.
Quizá el laborar
bajo presión puede quebrantar la credibilidad y el prestigio de médicos que son
señalados como incompetentes por parte de los dueños de las mascotas. Pero Aylen
Aure, se deslastra de todo estigma y logra un perfecto equilibrio entre su
mente y su profesión. Esta válvula de escape, cuyo beneficio principal le
brinda enfoque y serenidad, es el deporte.
“El complemento
como profesionales además de la formación y el conocimiento que mis padres me
dieron, junto con mis hermanos, fue el
cuidado del cuerpo a través del deporte. La doctora afirma que toda su vida ha
hecho deportes. La rutina de entrenamiento que actualmente sigue es hacer pesas
en el gimnasio “El viejo Rocky” en la ciudad de Mérida. Todas las tardes al
salir de su consultorio se dirige religiosamente a dedicarle una hora de
entrenamiento a su cuerpo.
“No sólo la práctica es importante, sino la
constancia. Ser constante y perseverante y cosechar la disciplina es lo que nos
ayuda a estar en buen estado físico”. Afirma sin titubeos. Su entrenamiento es
para Aure un nuevo desafío al cuerpo, que asumió tras una lesión en la
cervical. Motivada siempre desde la reflexión y el reconocimiento de su fuerza
interna para alcanzar sus metas entrenar en el gimnasio la ayuda a estar en
equilibrio en mente y cuerpo, y tener la mejor disposición para llevar su
labor. Valmorca, división de laboratorios veterinarios donde ejerce actualmente
en Ejido, Mérida.
Como profesional de
la medicina veterinaria Aylen Aure posee una condición física avasallante, una
inteligencia aguda y un buen manejo en la oratoria. Sus primeros registros
deportivos iniciaron como una disciplina aprendida de sus padres. Ambos
médicos, la enseñaron desde pequeña a hacer deportes. Pasó por el voleibol,
kikinboll, a las largas caminatas junto con sus trabajos de campo. Entre
caballos, gallinas, conejos y pequeños animales se crió en la finca de sus
padres.
En la actualidad
realiza pesas en el gimnasio “El viejo Rocky” ubicado en la ciudad de Mérida.
Con 25 años de experiencia, tras egresar de la UCLA, trabaja actualmente en
Valmorca, laboratorios veterinarios. A lo largo de su carrera ha estado en
contacto con ovejas, con ganado de leche y actualmente con pequeños animales.
Su afición por el
deporte y su recorrido por el ejercicio físico reafirman la credibilidad como
ponente inspiradora de su profesión. La doctora Aure siempre se ha considerado
una mujer atleta. Disfruta el hacer ejercicios al aire libre, hacer caminatas,
y estar en contacto profundo con la naturaleza. Es quizá esta última necesidad
lo que la llevó a vivir en la ciudad de Mérida.
Su madurez la hace
lucir aún más mayor de lo que es, cualidad que me permite hablar sin
sensiblerías de los momentos más difíciles y los obstáculos que haya enfrentado
a lo largo de su profesión.
“Sufrí de hepatitis
durante mis estudios de pregrado. Eso casi me hace perder un año de carrera.
Tuve que recuperar Toxicología. Todos los profesores me ayudaron pero siempre
hay alguno más tenaz que te desafía más. Tuve que hacer trabajo de campo
extracurricular para aprobar.” Recuerda Aure.
Por otro lado
reflexiona de los cambios surgidos en la profesión. En la actualidad la
vocación del veterinario entra en contacto con el animal de forma distinta.
Anteriormente resguardar la calidad de vida era más importante a mantener una
buena imagen laboral o un prestigio ante los colegas. Más allá de conservar un
record porque nunca se te haya muerto un animal es importante velar por el
bienestar de la mascota. Así lo señala Aure y afirma que la muerte es también
un proceso de sanación necesaria, la eutanasia, cuando es requerida para
aliviar al paciente, si sus posibilidades de vivir en salud plena han sido agotadas.
Le pedí a la
doctora que les enviara un mensaje a todos los estudiantes de medicina
veterinaria que cursan estudios de pregrado, en medio de una pandemia mundial,
y en la Venezuela actual. “Yo les aconsejo que sigan adelante, que nunca
pierdan la esperanza. Una vez que te planteas alcanzar una meta, sea en
medicina veterinaria, haciendo deportes o en la vida en general, debes
terminarla. De lo contrario son cosas que quedan sin concluir. Deben llenarse
de valor, fuerza, y esperanza y terminar todo lo que empiecen. Cuando uno
concluye viene algo nuevo, una nueva etapa, por eso es importante dar un cierre
y avanzar.” Fueron sus palabras.
Por Mía Antonella Contreras