Sistema Teleférico
Múkumbarí, es expresión de identidad, fuerza y resistencia de un pueblo
El Parque Nacional Sierra Nevada, donde se
eleva el noble Mukumbarí, lugar donde reina el Pico Bolívar como máxima cumbre (4.978
metros sobre el ninel del mar), es un ambiente que recoge infinitas historias reales y
mágicas de
la resistencia indígena, duro episodio de la colonización española de la que
son mudos
testigos sus senderos, valles, ríos, lagunas, frailejones y cada rincón por
donde se esconde el limpio aire de estas montañas.
En conversación con Jayme Bautista, ex-coordinador de Desarrollo Turístico
de Mukumbarí Sistema Teleférico de Mérida (STM) y promotor de
proyectos orientados a la gestión de conservación ambiental a
través del turismo sostenible, recordamos algunos elementos que
gravitan en el imaginario colectivo andino acerca de lo que pudo haber y hubo
en la mente, alma y corazón de quienes habitaban estas tierras cuando llegó el
invasor y colonizador español para crear un “nuevo mundo”, usando como
estandartes la cruz y la espada, a sangre y fuego.
Bautista nos dice que Mukumbarí significa "lugar donde duerme
o yace el Sol", en alusión metafórica a una divinidad solar (el Sol,
Zuhé) que, enamorado de la montaña más alta, femenina y rodeada de un
manto níveo por todos sus flancos, la acariciada desde el amanecer hasta el anochecer;
durante las noches los indígenas (tateyes ó tatuyes y mirripuyes, entre otros)
presumían que su dios solar "dormía" o “yacía” enamorado junto a su
amada montaña, porque veían la reflexión de la luz lunar (Luna, Chía) en los
glaciares durante la noche.
En esos tiempos las explicaciones mágicas se imponían ante la ausencia
de conocimientos científicos, de tal manera que para entender esa aparente
relación entre el Sol, la montaña y La Luna, al no saber de física ni de
fenómenos ópticos dentro del espectro visual para los humanos, los originarios
pobladores de los Andes venezolanos presumieron que, a escondidas, el Sol se
dejaba arropar por aquel manto y fecundaba a su amada; el hielo era derretido y
el agua descendía a los valles, fecundando lo que tocaba, brindando vida a la
región.
A pesar de la resistencia indígena que trató de escapar al crimen entre
la niebla y las montañas, la lengua muku está muerta como consecuencia de la
transculturación que produjo la cruenta colonización; junto a ese episodio, los
años transcurridos y el desinterés que sobre nuestros cultos antepasados se
observa en los nuevos pobladores de estas montañas, han sumergido en el olvido
esas referencias sobre nuestras raíces que hoy podrían ser fuente de
inspiración para redescubrir nuestra propia identidad y fortaleza como pueblo.
Sin embargo, advierte Jayme Bautista, al sur de nuestras montañas, en la
Sierra del Cocuy y Güicán (Cordillera Oriental de Colombia) hay unos indios
“vivitos y coleando”, los famosos Tunebos o U'wa, para los etnólogos; ellos, en
su tradición oral, conservada en cantos que han sido transmitidos de generación
en generación, dicen provenir de nuestras montañas, señalando al norte a
nuestro Pico Bolívar; es notable que desde desde la última estación de Mukumbarí
STM (Pico Espejo), en días despejados, se puede observar al pico Ritacuba Negro
(5.300 msnm) de los Tunebos.
Este experto montañista que ha alcanzado decenas de veces la cumbre del
Pico Bolívar, nos cuenta que los U'wa dicen que provienen de nuestra cordillera
(Mukumbarí), a donde llegaron subiendo desde el Alto Perú (actual Bolivia), a
través del flanco andino que mira a las tierras amazónicas y llaneras, a
diferencia de los pueblos que subieron a través de los grandes valles
intermontanos en la expansión del gran imperio adorador del Sol.
Agrega que los U’wa dicen que nuestra montaña más alta, en su propia
lengua significa "la mujer joven del Sol o la mujer bella del Sol",
muy parecido a “"lugar donde duerme o yace el Sol" con su amada
montaña; por esa aparente coincidencia se puede hablar de una encrucijada entre entre
lenguas muertas y vivas; de tal manera que la fantasía se hace realidad para
rescatar lo nuestro y darle más singularidad al más alto-largo sistema
teleférico del mundo, Mukumbarí.
Por eso Bautista expresa que el Mukumbarí STM no debe vanagloriarse de
su tecnología de última generación, destinada a mantener esta obra por 50 años
o más, sino que debe insistir en promover la belleza eterna de los Andes y,
como parque temático debe invitarnos a descubrir, conocer, disfrutar y amar a
la selva nublada, páramo húmedo, páramo altiandino y el desierto nival con sus
altas cimas.
Enfatiza que el Mukumbarí STM rompe paradigmas y, más allá de invitar al
paseo subiendo sentados en una cómoda y moderna cabina hasta lo más alto,
seduce a disfrutar el paso a paso, despertar el reto, descubrir y enaltecer
nuestro gentilicio ante propios y extraños; Mukumbarí STM debe ser el sitio
donde aprendamos un poco más a valorar cada paso y descubrir que, como la vida
misma, lo importante es lo que hacemos en cada momento, no sólo aspirar a
llegar a lo más alto antes de morir, se trata de saber vivir.
Concluye Jayme Bautista que Mukumbarí es aprender a caminar hacia
nuestros sueños y hacerlos realidad, paso a paso; no es la cima, no es lo más
alto, Mukumbarí es lo que hacemos para darnos la oportunidad de conocer, amar,
respetar y cuidar; Mukumbarí es eso.
Prensa Mukumbarí