Los pueblos libertarios del mundo
multicéntrico y pluripolar han estado condenados a la diplomacia hipócrita
de formas instituidas desde la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como instrumento servil de la dictadura del imperio
estadounidense y de sus aliados imperiales circunstanciales, justificando
ellos, bajo cualquier subterfugio, genocidios, asesinatos de inocentes y
magnicidios selectivos, robos de las riquezas nacionales de países inermes y
daños al planeta, a cuenta de las falsas ayudas humanitarias, defensas
selectivas y amañadas de Derechos Humanos e instauración de la llamada
“democracia” al servicio de la voracidad imperial capitalista.
Las
pruebas saltan a la vista. Es culpa de la ONU
y de sus miembros, la impunidad de todas las atrocidades cometidas por el
imperio estadounidense, en los últimos tiempos, sin soslayar los anteriores
años, tales como:
el genocidio y robo de la tierra de los
palestinos; los ataques al pueblo sirio y los intentos de magnicidio frustrado
contra Bashar al Assad; la devastación, el genocidio y robo de las
riquezas de Irak y Libia; el intento de
magnicidio frustrado contra Erdogan y las conspiraciones en Turquía; los
ataques terroristas y bloqueo económico contra el Pueblo iraní; el genocidio de
Somalia; la extinción de los Saharaui; los golpes de Estado en Egipto; la
muerte y hambruna de emigrantes
africanos; los golpes de Estado recientes en Honduras, Paraguay y Brasil; las
muertes de mujeres en total impunidad en Chile, la libertad de genocidas de la
dictadura de Augusto Pinochet; la pedofilia de sacerdotes y obispos chilenos, la
persecución, desapariciones y asesinato de los Mapuches en Chile; las muertes,
corrupción, desapariciones forzosas y robo de riquezas al Pueblo de Argentina; las
fosas de la muerte, las muertes de infantes en el Norte de Santander, el
paraíso de las Drogas, desplazados de
Colombia y el sicariato de políticos y dirigentes sociales y campesinos en Colombia;
los cárteles de drogas, las fosas de la muerte, los cuarenta y tres (43)
desaparecidos de Ayotzinapa, el desmembramiento y venta de órganos de niños en
México; los sabotajes económicos, barricadas de la muerte y bloqueos contra el
Pueblo de Nicaragua; el bloqueo económico, de alimentos y medicinas contra
Venezuela, financiamiento de terroristas para derrocar al Comandante Chávez y a
Nicolás Maduro, el intento de magnicidio frustrado contra Nicolás Maduro. Y,
los crímenes de pedofilia en todo el mundo, cometidos por sacerdotes y obispos,
silenciados por el Estado del Vaticano. Estas son, apenas, breves y limitadas
reseñas.
Lo
peor de lo antes expuesto, es la cohonestación, cabronería y servilismo del
resto de países y gobiernos que van a la meca de la ONU a la Asamblea General,
como se evidencia cada año y acabamos de presenciar en su Septuagésima tercera (73°) Asamblea General celebrada en New York,
con los ademanes, formulismo y discursos repetitivos, preñados de buena
voluntad, de donde no se cosecha nada bueno en favor de la paz, la democracia y
el respeto a la autodeterminación de nuestros pueblos.
Es
por ello que en el seno de la ONU
sólo cinco miembros son permanentes en el Consejo
de Seguridad y “con derecho a veto”
cada uno de ellos. Uno de estos miembros, Estados
Unidos de Norteamérica (EEUU),
sea bajo el gobierno que sea, jamás ha respetado ninguna cláusula
democrática de la ONU, ni de la Comisión
de DDHH, ni del Tribunal de la Haya
o Corte Internacional de Justicia,
como tampoco respeta los acuerdos relacionados con la protección del planeta,
como el Acuerdo de Kioto.
Todo lo contrario. El imperio
estadounidense, con la rapiña de otros gobiernos imperiales y/o lacayos
suyos, se ha valido de la ONU para
violentar al resto de los miembros, robar a mansalva, asesinar en masa e
imponer su modelo miserable de vida y de democracia.
Es
por ello, también, que cualquier Secretario General, como los anteriores y el
actual, son serviles arrastrados al imperio estadounidense, con pose educada y
buenos modales, pero, siempre al
servicio imperial. Y, organismos dependientes de la ONU, como Tribunal de la
Haya, no deciden nada que contradiga al imperio estadounidense y es por
ello, que por ejemplo, una expresidenta corrupta como Michel Bachelet, después
de robar junto con su hijo en Chile, perdonar a los asesinos pinochetistas, ocultar
los delitos de pedofilia practicados por el clero de iglesia católica chilena,
perseguir y asesinar mapuches y
estudiantes, de utilizar su poder y a las
Fuerzas Armadas chilenas para que conspirasen y se preparasen para derrocar al
Comandante Hugo Chávez, tal y como lo denuncié en el caso de la delegación de
la Universidad Simón Bolívar (USB) que viajó a Chile con la mampara
de unos supuestos seminarios con la Universidad
Católica de Chile, ahora, la muy hipócrita, empecinada en derrocar al
presidente venezolano, Nicolás Maduro Moros, se disponga, como buena malinche, a
valerse del nuevo premio de Alta
Comisionada, para abrir las compuertas y espacios para la conspiración
golpista.
No
es de extrañar que a cada genocidio perpetrado por EEUU e Israel, como también,
por cualquiera de sus aliados imperiales en el seno de la ONU solo conozcamos de ellos, por el control de daños, los
consuetudinarios discursos hipócritas de ellos y las estupideces discursivas o
drenaje verbal de los otros bobotes del lado de acá, que seguimos diciendo que
somos mayoría y no somos capaces de detener y sancionar los desmanes de EEUU,
Israel y sus aliados lacayos.
Y
nos alegramos cuando le hablamos a las paredes sordas y peleamos con molinos de
viento. Pero, cuando se denuncia al genocida imperial, que sigue oliendo a
azufre, muchos se levantan de sus asientos arrechos con el mensajero, en ademán
de desplante, para ir corriendo a escucharlo tras bastidores, como han hecho
con Nicolás Maduro. Y no faltaron los que estrecharon sus manos, después de su
intervención, para salir a votar una Resolución que pretende obligar al gobierno
venezolano a recibir una supuesta “Ayuda
Humanitaria”, cuando el multiverso sabe que los venezolanos no la
necesitan, sino que detengan el bloqueo y boicot económico del gobierno del
pornopuritano retroconservador, Donald Trump.
Ahora bien, ese modelo de la ONU
tuvo objetivos ocultos, aunque de práctica abierta, desde su fundación, en la
que, para no volver a hacer el ridículo con su invasión a Normandía, cuando ya
el Ejército Rojo de la Unión Soviética había derrotado a las fuerzas fascistas
de Hitler y habían tomado Berlín, ellos decidieron montar una camisa de fuerza
contra Rusia, China y cualquier otra potencia que no se les subordine. Esa
camisa de fuerza llamada la ONU, hoy
es el sólido Senado Imperial de EEUU, porque en 1945, mientras se derrotaba el nazismo alemán, al
mismo tiempo se estaba erigiendo el fascismo imperial estadounidense y judío
revanchista, sustentado y justificado en la ONU como mampara.
Los peor de todo este aquelarre está en que el resto de países que
conforman el Movimiento de No Alineados (MNOAL),
en realidad, están en su mayoría, más
que alineados, alienados y subordinados a los dictámenes imperiales,
escondidos en fraseologías progresistas (las que nunca son revolucionarias),
las pseudoizquierdas (unas por corruptas; otras por incultas y; otras por
ambas) y las reivindicacionistas que no son nada multicéntricas, ni
pluripolares, sino lacayas imperiales.
A
la presente fecha, el MNOAL no
termina de arrancar y los sueños de autodeterminación, democracia profunda y
convivencia en paz, del nuevo mundo multicéntrico y pluripolar, son
traicionados por gobernantes que se desdicen de sus pueblos, contrarían su historia y condenan
a las generaciones futuras. Las consecuencias se cuecen en el seno de la ONU y fuera de ella. Pronto las veremos en la resurrección de guerras de guerrillas y, probablemente, en la destrucción del planeta, porque siempre
habrá pueblos que se resistan a ser lacayos del imperio estadounidense y de sus
aliados, las hienas imperiales. En fin, el MNOAL
solo ha sido un sueño fallido o una especie de coitus interruptus, mientras que la ONU es la gran celestina imperial.
Dr. Luis Pino
@l2pino2