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En Mérida se construye una nueva cultura productiva
 con experiencias de agricultura urbana


Tres puntos pilotos del Programa de Agricultura Urbana y Familiar del Fondo para el Desarrollo Agrario Socialista (Fondas) impulsan una nueva cultura agroproductiva y ecosocialista en el estado Mérida, región andina de Venezuela, con rendimiento que supera hasta en 1.000% los métodos convencionales.

Las unidades iniciales están establecidas en terrenos de la Universidad Politécnica Territorial de Mérida (UPTM), en predios del Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Idena) y en las residencias estudiantiles Domingo Salazar Rojas.

En el primer espacio, se instaló una casa de cultivo de 800 metros cuadrados. "Es una tecnología proveniente de España y con aportes de Cuba, que se viene adoptando en el territorio nacional. Acá venimos trabajando con diferentes variedades de tomate. En un primer ciclo obtuvimos 6.000 kilos de tomate; en el segundo, 7.000 kilos; y ahora estamos trabajando con una variedad de planta con crecimiento indeterminado, que puede alcanzar hasta los cuatro metros”, explica el coordinador del programa en el estado, Bernardo Loaiza, durante un recorrido por las distintas experiencias piloto.

Esta base agroproductiva obtiene 2.500 kilos de tomate en sus 800 metros cuadrados, mientras que a campo abierto, el sistema convencional produce en 10.000 metros cuadrados solo 15.000 kilos. Esto implica un rendimiento 12,5 veces mayor para el sistema orgánico, equivalente a 1.000%, dentro del Programa de Agricultura Urbana y Familiar.

Loaiza, un ingeniero con vocación por el trabajo manual y practicante de la metodología robinsoniana de aprender haciendo, señala que el equipo de seis personas destacado en la base agroproductiva de la UPTM, en el municipio Campo Elías, contribuye a la defensa de la economía familiar frente a la guerra económica de la derecha, que tiene en la especulación de precios una de sus más acentuadas expresiones.

La estructura de costos para la producción de un kilo de tomates en esta experiencia ronda los 38 bolívares. “Nosotros lo colocamos en el mercado a 50 bolívares, mientras que el precio de la producción capitalista se ubica en más de 120 bolívares”, refiere.

La unidad intercambia y comercializa los productos en mercados populares de la localidad merideña, ofrece los productos a precio justo y, a la vez, construye una nueva cultura agroproductiva.

"Más allá de la cuantía, el programa tiene elementos productivos importantes. Para nosotros, la ganancia es el aporte social, el intercambio de saberes y la dinámica de construcción de una cultura basada en que otro modelo agrícola es posible. Los elementos cualitativos tienen mucho peso para nosotros”, afirma Loaiza.

La base es también una escuela. Recibe visitas semanales de niños y niñas. Este año participan de manera directa 35 estudiantes tesistas, pasantes o de servicio comunitario. El lugar, adicionalmente, sirve como núcleo de prácticas y estudio a bachilleres que cursan en la UPTM carreras afines a la agricultura.

Una agricultura saludable

El joven ingeniero, líder del equipo de técnicos promotores de la agricultura urbana en Mérida, explica que en el programa estatal confluyen el ecosocialismo y la ciencia, por una agricultura amigable con el ambiente; el paisajismo y la inclusión productiva de las comunidades urbanas, el conocimiento ancestral y el intercambio de saberes.

“El manejo que hacemos nosotros es semi intensivo. Rotamos los cultivos, y utilizamos productos orgánicos y biológicos que le dan salud al suelo. Partimos de un concepto: garantizar la salud del suelo. Un suelo saludable es garantía de cosechas saludables”, asevera.

Afirma, en cambio, que la producción concebida en la visión capitalista de monocultivos en grandes extensiones de tierra, con el uso de agroquímicos y técnicas de producción masiva, no es sustentable ni sostenible.

“El modelo de la revolución verde, de la agricultura química, fracasó. Suelos que han sido utilizados bajo el concepto de monocultivo con altas cargas de agrotóxicos producen alimentos en el corto plazo, pero no garantizan que los suelos continúen produciendo en el mediano y largo plazo. De hecho, lo estamos viendo: hemos sufrido un proceso de desertificación, hemos perdido suelos por el deterioro de la capa arable bajo los efectos de la erosión química”, explica.

Señala que a pesar del rendimiento superior que se obtiene con la agricultura orgánica en espacios controlados, la base agroproductiva sólo utiliza 2.500 litros diarios de agua, el equivalente utilizado para lavar 12 vehículos en un autolavado; sin embargo, prevén en mediano plazo la reutilización del agua de lluvia caída anualmente en la unidad, que equivale a unos 560.000 litros año.

Las unidades piloto del Programa de Agricultura Urbana y Familiar están concebidas como puntos con círculos de influencia vinculados. Son instancias de puertas abiertas para brindar asesoría, asistencia técnica, apoyo logístico y hasta financiero a familias, instituciones y personas interesadas en conformar espacios comunales y familiares de producción.

Las propias unidades productivas y las oficinas del Fondas, ubicadas en la avenida Urdaneta de la capital merideña, están abiertas para la atención del público general.

AVN