Doña Juana creó en sus talentos las recetas de los
mejores pastelitos, chicha y del mondongo de cada domingo. DecÃa que ese
trabajo era poco, pues era hecho una vez a la semana y con el séptimo dÃa
sumado no sobrepasaban los cincuenta y dos dÃas en un año.
Desde la institución de su silla de madera y cueros
duros, defendió a la quebrada Ña Liona; afirmaba que la gente se metÃa
demasiado con ella y esta se pondrÃa furiosa de vez en cuando, recordaba muy
bien cuando este inocente rÃo se salió de su ancho cauce y se vino por el medio
de la única carretera de La Mucuy.
Para ese entonces ya existÃa el asfalto y el agua furiosa
se metió por debajo hasta que lo hizo desprender completamente y aquel piso
negro naufragaba como en un baile que fue capaz de destrozar todo a su paso.
De aquello hubo casas que quedaron cubierticas de fina
arena mientras minutos antes sus habitantes tuvieron que escaparse por un
boquete logrado abrir por aquellos vetustos techos, donde las tejas antiguas
desaparecieron y las esperanzas por cuidar la quebrada volvieron a extinguirse,
pues la gente ahora no le tiene miedo ni a las furias de los feroces rÃos.
Juanita sabÃa preparar el curruchete. Un secreto dulce
elaborado con panela, queso del bueno y un pan tostadito, como los que repartió
Jesús un dÃa antes de una partida que aún estamos esperando, pues nunca se fue.
Pero de aquella preparación solo se saben los ingredientes, prepararlo es otra
cosa decÃa Juanita.
DecÃa que los únicos escritos que quedarÃan grabados
serÃan los de la piel. Por eso los curas en las iglesias repartÃan hostias,
pues en esas migajas de pan iban los sacramentos con los cuales todo muchacho o
muchachita recibirÃa después de sus diez años, cuando la esperanza de un
cristiano se sostendrÃa con las oraciones de la fe.
Por eso los dÃas de doña Juana fueron tocados sobre sus
buenas intenciones las cuales estuvieron confeccionadas durante décadas por las
enseñanzas impartidas con sus historias, pues lo mejor de los tiempos es
aprendido sobre espacios que circulaban en las concurrentes arandelas de la
vida, cuando los engranajes de las ruedas cambiarán el circuito de los sueños.
Miguel A. Jaimes N.
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@migueljaimes2

