El centro con fama internacional por su ubicación geográfica privilegiada ofrece a propios y extraños un festival de estrellas, siendo un centro de referencia en Latinoamérica
¿Sabías que Venezuela tiene un extraordinario sitio para observar el universo? Se trata del Centro de Investigaciones de Astronomía y Tecnologías Aplicadas “Francisco J. Duarte” (CIDATA), ubicado en Llano del Hato, Mérida con una altitud de 3.600 m.s.n, uno de los observatorios con mayor altura del mundo, en una posición 17 del ranking global, 11.811 pies de altura.
Si piensas en los andes venezolanos, automáticamente nos llega el recuerdo de un clima rico, una gente maravillosa, rutas que nos enamoran y una gastronomía que nos hace agua la boca ¿Pero sabes que en ese hermoso estado queda una de las infraestructuras más grandes y representativas que tenemos en el ámbito de la ciencia?
Su posición privilegiada, lo hace tener un valor importante en el mundo científico, ya que está ubicado muy cerca de la línea del Ecuador, a penas 8° aproximadamente, lo que hace que se puedan contemplar fenómenos que ocurren en ambos hemisferios celestes con gran claridad, así como encontrarse por encima de gran parte de la atmósfera terrestre, reduce la cantidad de aire, vapor de agua y partículas que pueden distorsionar o absorber la luz proveniente de los objetos celestes. Esto se traduce en imágenes más claras y nítidas que seducen a extraños y propios.
El encargado de culminar el proyecto fue Francisco José Mariano Duarte Isava, Ingeniero civil, matemático, estudioso del número Pi, su estudio hizo perfeccionar sus cálculos a nivel mundial y astrónomo, -ya hablaremos de eso-; siendo la idea original del científico Eduardo Roll quien se trajo la idea desde Hamburgo en 1950 y lastimosamente murió antes de ver culminado el proyecto, el cual estuvo listo en 1975 debido a la envergadura del mismo.
En sus hermosas instalaciones podemos encontrar cuatro cúpulas donde están alojados cuatro telescopios; uno es el telescopio cámara Schmidt, unos de los más avanzados del mundo para su época, el quinto de su tipo que ha sido utilizado para investigaciones como con el cometa Shoemaker-Levy 9, y mantiene una activa labor de investigación y difusión de la astronomía. En otras de sus cúpulas un telescopio reflactor, otro reflector, y el cuarto el astrógrafo doble.
Tiene un museo dedicado a la astronomía, una sala de observación que lleva por nombre Héctor Rojas, donde se encuentran dos telescopios adicionales de menos tamaño donde se pueden hacer observaciones, un reloj solar y las ciencias del espacio, así como 12 habitaciones separadas en dos alas, una para los turistas y las otras para científicos que realizan mediciones y estudios avanzados.
Si compraste la entrada y no pudiste culminar el recorrido o el cielo no te dejó ver las estrellas, puedes ir de nuevo, ya que el boleto no vence. Así puedes completar el recorrido en otra ocasión.
Este observatorio lo tiene todo: una experiencia educativa y enriquecedora, mediante el turismo científico, donde se generan oportunidades de apoyo para las investigaciones, así como transferencia de conocimiento al público no especialista con la historia del observatorio, sus telescopios y equipos, incluyendo un hermoso cafetín con alimentos típicos del estado como chocolate caliente y arepas. También se pueden coordinar jornadas nocturnas, cursos cortos y eventos especiales durante fenómenos astronómicos.
Y tú, cuéntame ¿conocías este majestuoso lugar con sello venezolano?
Xamanta Conde
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