Desde la
oposición “nos estaban disparando”, denunció
Desde la
oposición “nos estaban disparando”, denunció
Más que sus piernas, ese lunes 15 de abril a
Glorimar Dayana Angulo le hirieron su alma de oficial. “Me quiero ir, estoy
pensando salir de la Policía de Mérida. Si me pasa algo, ¿quién va a ver de mis
hijos?”, se preguntó esta funcionaria desde la cama, en su casa en Tovar,
Mérida, donde convalece por dos impactos de bala con entrada y salida: uno, en
el muslo derecho, que comprometió el nervio ciático; y otro en el muslo
izquierdo.
En la mañana de ese día, narró, un grupo de
personas se congregó en la avenida Táchira, de Tovar a protestar contra los
resultados electorales, mientras que otro conglomerado se reunió frente al
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), a unos 600 metros, para hacer una
caravana y celebrar el triunfo de Nicolás Maduro.
Un primer grupo de 45 funcionarios, con
equipo antimotín, se trasladó a la zona para evitar que se encontraran, contó
el supervisor Jhonni Nava, jefe del Centro de Coordinación Policial Nº 5
Mocotíes-Tovar. La orden fue precisa, según Angulo: “Teníamos que velar por la
seguridad de quienes se encontraban allí, no importaba la tendencia que fuera.
Queríamos separar al pueblo para que no se mataran entre ellos mismos”, narró
la oficial.
Como a las 3:00 pm, en la parte de arriba del
gimnasio de Arévalo, ubicado en la misma avenida, simpatizantes del chavismo
celebraban con pitos y banderas; alguien de la oposición subió a gritarles
consignas y, como le respondieron, buscó a otro grupo de su mismo bando para
lanzarles piedras e improperios, expuso Angulo.
“DESDE
LA OPOSICIÓN NOS ESTABAN DISPARANDO”
Angulo, escudera de su jefe Nava, se quedó en
el comando porque escuchó cuando un grupo de la oposición, que estaba al frente
de la Alcaldía de Tovar -al lado de la policía-, dijo: “Tiene un candado y una
cadena”, lo que hizo sospechar que tomarían este recinto.
A las 4:00 pm hubo dos funcionarias
lesionadas con objetos contundentes “y nos sacaron a todos. Con lo único que
salí fue con un casco, que me quedaba grande, porque no había más nada. Nos
montamos en la patrulla y dele para la avenida Táchira”.
Un escenario de guerra vio la oficial Angulo
esa tarde: “Lanzaban y lanzaban piedras con chinas (hondas), bates y tablas. Y
empezaron a caer compañeros por las pedradas. Los escudos quedaron vueltos
trizas”.
Funcionarias y funcionarios quedaron en medio
de la trifulca. En la parte de arriba había más de 300 personas de la
oposición, “extremadamente agresivas”, y en la parte de abajo un grupo pequeño
de chavistas, que lanzaban piedras y molotov para defenderse, como se ven en
los videos del canal Zea TV, donde claramente se escucha a las y los
manifestantes decir: “Les vamos a quemar el PSUV”.
“Me di cuenta que desde la parte de la
oposición nos estaban disparando”, relató esta oficial con 12 años de servicio
en PoliMérida. Ya habían caído dos heridos: Deivis Cervantes, de 26 años, con
disparo en el abdomen; y Javier Gómez, de 21 años, con un balazo en la mano
izquierda. A las 6:00 pm la batalla campal no había cesado y “se nos estaba
acabando el gas, sólo teníamos cartuchos de polietileno, de gomita”.
Cuando cayó el oficial Frank Uzcátegui por
una pedrada en el brazo “lo ayudé a bajar y me dio el escudo”; en ese instante
les arrojaron piedras, “porque ellos estaban planificados, se ponían de acuerdo
para lanzar al mismo tiempo”. Pese al escudo, una le dio en la pantorrilla
izquierda; “el dolor fue horrible, eso fue como a las 5:30 pm”.
A su compañero Baudilio Quiñones le lanzaron
una roca entre tres encapuchados de la oposición: “Se paró uno de un lado y
otro de allá, con una banda elástica, colocaron la piedra y el tercero la echó
hacia atrás y la mandó. Esa le dio en el estómago a mi compañero que, si no
hubiera cargado el equipo antitrauma, no lo estuviera contando”.
ENCAPUCHADOS
Y MOTORIZADOS ARMADOS
El supervisor Nava mandó a buscar refuerzos
de las subestaciones de Santa Cruz de Mora y Guaraque, pero ya era muy tarde.
“Vi a la oficial Anny Varela, a quien habían lesionado en una pierna, irse a la
primera línea y, como soy más antigua que ella, me fui detrás y le dije:
‘Bájate, porque nos están disparando’. Me respondió: ‘No, vieja, si muero,
muero aquí con mis compañeros’. ‘Bueno, si mueres tú muero yo, no te voy a
dejar sola’. Ella tenía su equipo antitrauma completo y yo la estaba utilizando
como escudo”, relató.
Contuvieron a las y los manifestantes
opositores hacia la parte de arriba. El grupo antichavista se dividió en tres
toletes: uno al frente, que estaba lanzando tiros al aire; otro a la izquierda,
al lado de la agencia de Edilio Vivas (subiendo), y un tercero a la derecha,
por la entrada del sector Los Limones. Simpatizantes del chavismo quedaron
detrás de las y los policías.
El supervisor Nava dio instrucciones de
mantener la turba opositora, que había aumentado a unas 500 personas, mientras
arribaban comisiones de Bailadores y Guaraque, pero no llegaron a tiempo,
porque en esas zonas había también disturbios. “Noté muchos encapuchados;
aquellos con bolsos cruzados cargaban armas de fuego, al igual que los
motorizados. Vi a un joven moreno, como de ascendencia árabe, que cargaba una
gorra verde con blanco, y camisa gris, que se ubicó al lado de la bomba, y le
estaba disparando al pueblo”. Aunque era de noche, “se veían las explosiones y
se escuchaba: pam, pam, pam”.
“DIOS MÍO,
ESTA GENTE ME MATÓ”
Al lado de su compañera, Angulo miró
horrorizada un aluvión de piedras. Los escudos se levantaron y las rocas
cayeron hacia atrás. Vino otro diluvio. Los escudos agachados resistieron. La
policía vio “una lluvia de molotov” que “casi nos queman. Sin tomar un respiro,
otro segundo grupo volaba directo a ellas.
“Una molotov venía hacia nosotros, me
levanté, moví a Anny, cuando sentí aquel golpe en la parte de la nalga. Empecé
a saltar como un conejo, el dolor era insoportable. ‘Me metieron una pedrada’,
grité, ‘no rompan fila’. Pero el dolor se convirtió en ardor y luego en un
calambre que se expandió en la nalga y me agarró ambas piernas. No podía
caminar”.
Un viejito, que estaba detrás, le dijo:
“Mamita, yo creo que te dispararon”; pese a que sentía un líquido correr por
sus piernas ella creía que era agua, porque cargaba una botella. “Cuando me
pasé la mano vi sangre. ‘¡Ay, me dieron!”. Aún así, Angulo pensaba que era una
pedrada que le había roto el pantalón de campaña. Como pudieron, la sacaron en
moto hacia la clínica y, al examinarla, la doctora le dijo que eran cuatro
impactos de bala.
Desde el calor de su cama, en su hogar, a la
oficial Angulo se le nublan los ojos de lágrimas, se le quiebra la voz: “Dios
mío, está gente me mató prácticamente, ¿y si me muero?, decía. Pensé mucho en
mis hijos de 3 y 7 años, porque soy madre soltera. Me decía: ‘Dios, mi mamá
está enferma y soy hija única’. No sabría cómo explicarte el sentimiento de
rabia, de ira, de por qué me habían hecho eso. ¿Qué les pasa? ¿Por qué?”.
De no haberse levantado para esquivar la
molotov, la oficial Angulo estaba segura de que las balas le hubieran dado en
la cabeza. “¿Por qué tenían que dispararle al pueblo, a las comisiones
policiales? No los estábamos agrediendo, sino defendiendo. ¿Y si nos matan?”.
USARON
ARMAMENTO DE GUERRA
Cuando la doctora introdujo los dedos dentro
de los orificios de bala en el cuerpo de Angulo, determinó que se trataba de
dos tiros, con entrada y salida. “Era armamento de guerra; no me dispararon con
un chopo, sino con pistolas 9 milímetros o 380”. Con su habilidad de policía
supo que le dispararon uno desde la entrada de Los Limones y otro del lado
izquierdo, por la agencia Edilio Vivas. “No nos imaginábamos que esa gente de
los laterales tenía armas de fuego”.
La concentración, según el supervisor Nava,
se dispersó a la medianoche.
Angulo cree que las bandas antichavistas
tenían pensado matar a un oficial o a un simpatizante del chavismo, ya que
desde temprano pasaba el mensaje -por pin de celular- de que había muerto
alguien: “Se corre el rumor, porque la misma gente lo dice, de que había armas
de fuego que entregaron a las personas de la oposición que estaban allí. Es
triste, porque nadie allí era delincuente. Eso no era un juego; estaban
buscando la manera de que hubiera muertos”.
En tres semanas espera la oficial Angulo que
ambas heridas sanen de adentro hacia fuera. Mientras, camina ayudada con una
andadera de la cama al baño. “Parezco una bebé”, y el dolor es terrible”,
relata. “Jamás me habían herido de bala”.
Sin embargo, su mayor lesión está en su
integridad de policía. “Llamo a la paz, a la conciencia; cada persona contra la
que se arremete tiene familia, hijos. ¿Les gustaría que los trataran igual?”,
se preguntó.
PERFIL
PERFIL
La oficial agregada Glorimar Dayana Angulo es
licenciada en educación integral, egresada de la Unefa con honores. Fue la
segunda de su promoción. Su tesis fue mención publicación. Desde hace seis años
ejerce funciones como policía en Tovar.
“Amo mi trabajo, pero ¿y si me matan? Quiero
irme a una escuela a educar, pero con cargo fijo por el Ministerio del Poder
Popular para la Educación”, pidió. Tiene dos hijos y vive arrimada en la casa
de su mamá, porque no tiene vivienda propia.
Reporte de
Daños
El supervisor Jhonni Nava, jefe del Centro de
Coordinación Policial Nº 5 Mocotíes-Tovar, detalló que durante las protestas
del antichavismo hubo tres heridos por arma de fuego, dos civiles y la oficial,
además de 11 policías lesionados por objetos contundentes.
Jorge Salem Torrealba fue detenido el martes
16 de abril en la madrugada y 23 de abril el Ministerio Público lo imputó por
el supuesto intento de homicidio contra dos funcionarios policiales. A William
Vivas Contreras, quien era uno de los líderes de la oposición, lo intentaron
atrapar y, cuando logró escapar, dejó un radio y una caja con 37 bombas
molotov, que fueron puestas a la orden del Ministerio Público en Tovar.
Resultaron lesionados los oficiales Baudilio
Quiñones, Alveiro González, Carlos Rosales, Joaquín Duarte, José Gregorio
Márquez, entre otros. A Rosales le dieron una pedrada en el rostro,
ocasionándole un hematoma en el ojo izquierdo y fractura en el tabique de la
nariz.
EL ALCALDE
SOSTIENE QUE LA CONCENTRACIÓN “FUE ESPONTÁNEA”
El alcalde del municipio Tovar, el opositor
Lisandro Morales, quien también dirige el comando Simón Bolívar en esta
jurisdicción, aclaró que esa manifestación “fue espontánea” y no la convocó el
comando opositor “ni por Twitter ni por ningún medio. Yo me encontraba el día
15 de abril en Mérida y me enteré de la situación a las 8:00 pm”.
“Lamentamos estos hechos violentos, los
rechazamos de ambos lados, porque la violencia es de quien no tienen la razón”.
En Tovar la oposición ganó con 21% de diferencia sobre el chavismo (esa
situación se repitió en todos municipios del valle del Mocotíes de Mérida),
pero “ello no justifica los hechos violentos, llamamos a la paz, al
entendimiento, todos somos tovareños. En una manifestación no puede haber armas
de fuego”.
Morales escuchó los comentarios de que hubo
personas en la trifulca que no eran de Tovar; sin embargo, serán los órganos
competentes los que determinen qué pasó. Planteó mesas de diálogo entre la
oposición y el sector revolucionario para “llamar a la tolerancia y la paz”.
Texto/ Annel
Mejías Guiza
Foto/
A.M.G-Cortesía José Rafael Maldonado




