Los Roques: Un paraíso en revolución

Los 72 cayos y bajos del Parque Nacional Los Roques han estado constantemente recibiendo visitantes. Los más concurridos son Craski, Franchiski y Madriski. Allí las lanchas patrulleras de guardacostas de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) ejercen un constante monitoreo a fin de preservar la integridad de los viajeros y la ecología del lugar. Las actividades turísticas transcurren en orden y sin incidentes.

Gracias a la incesante labor de los agentes del Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis) se ha logrado una reducción importante en los precios del hospedaje y la comida. Los funcionarios de este organismo han venido implementado el Sistema Único de Registro de los operadores turísticos y sus tarifas, con el objetivo de erradicar las prácticas de usura y especulación.

La Misión a Toda Vida Venezuela organizó un torneo deportivo en los espacios del Gran Roque para los lugareños. Mientras en horas de la tarde la pequeña iglesia del pueblo se vio colmada de feligreses que realizaron la tradicional procesión del nazareno, así como misas para visitantes y residentes. "Es una actividad muy hermosa que tiene décadas realizándose. 

Lo más bonito es ver a niños y niñas con velas vestidos de morado como el nazareno", relata Jhoan Andrade, párroco de la iglesia, que aunque pequeña se mantiene en perfecto estado gracias a la devoción de la feligresía.

Planes a futuro

Para Los Roques el turismo social sigue siendo una de las grandes cuentas pendientes. Más que voluntad política el problema es estructural, ya que se necesita reformar toda la infraestructura para abrir este destino a bajo costo.

Por ejemplo en el caso del aeropuerto, debido a la poca extensión de la pista, sólo pueden aterrizar aviones pequeños, o grandes a media capacidad. En el caso de los aviones ATR, se ven obligados a despegar con sólo 13 pasajeros, cuando su capacidad real es de 40. Por eso están esperando por el proyecto de ampliación de la pista que está en manos de PDVSA Oriente.

El hospedaje de la isla resulta muy particular. Sólo existen pequeñas posadas familiares y privadas, que en total suman una capacidad de 250 camas. "Si construyéramos un gran hotel como los que existen en Caracas, dejaríamos a la isla del Gran Roque sin electricidad y agua potable", refiere entre carcajadas uno de los posaderos del lugar.

Con la Revolución bolivariana los roqueños no dependen de una gabarra para recibir semanalmente el agua desde tierra firme, ya que tienen su propia planta potabilizadora. Sin embargo, para ampliar la capacidad turística hace falta una edificación de nueva planta de ósmosis inversa, cuyo proyecto se encuentra a la espera de aprobación del Gobierno nacional. Igual sucede con la electricidad, donde se ha cursado una solicitud para declarar la emergencia a fin de acelerar los trámites burocráticos y solucionar el problema.

Para las autoridades, la creación del Territorio Insular Miranda ha sido una decisión en el sentido correcto. Ya que ha permitido visibilizar al más alto nivel de gobierno los problemas de un pueblo que durante décadas estuvo abandonado y excluido. "Ahora como jefe de gobierno del territorio tengo la potestad de acudir al Consejo de Ministros semanalmente para exponer la situación de nuestros habitantes, algo que en el pasado hubiese sido inimaginable", afirma el Almirante Laguna.

"Hemos logrado en 2 años construir un centro asistencial de última tecnología del Seguro Social para los roqueños, limpiar Los Roques de toda la basura acumulada gracias a un sistema permanente de camiones y lanchas recolectoras, tenemos nuestras propias oficinas del Saime pare recibir directamente a los turistas extranjeros. Hemos construido un centro de acopio de gas natural, confiable y económico. Esto sin contar que hemos traído las misiones sociales para el pueblo e inclusive construimos una agencia del Banco de Venezuela con cajeros automáticos y taquillas. En definitiva, los venezolanos hemos recuperado la soberanía sobre este importante territorio. No nos faltan razones para ver el futuro con optimismo", concluye Laguna.

Boris Castellano, enviado especial AVN