Existe la posibilidad, no remota, sino real,
de que Mérida forme parte de un proyecto que lleva adelante el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) en América Latina y que ha sido designado
como “Iniciativa de ciudades emergentes y sostenibles”.
El BID ofrece en este caso una inversión de
un millón de dólares para que los especialistas de cada ciudad realicen un
proyecto que evalúe las necesidades de la misma y ofrezca soluciones, sin
embargo, esta asignación presupuestaria tiene una condición: tal propuesta debe
ejecutarse y contar con la aprobación y participación de los gobiernos
nacional, estadal y local mediante una carta en donde todos sus representantes
ratifiquen su compromiso.
Fue William Lobo Quintero, docente jubilado
de la Facultad de IngenierÃa de la ULA y presidente de la Academia de Mérida
durante dos perÃodos, quien dio esta buena noticia en el espacio radial “Aula
Ambiental” conducido por la doctora Nancy de Sardi, coordinadora de la Comisión
Universitaria de Asuntos Ambientales y también anunció que Mérida cuenta con
una ventaja: desde su Academia, conformada por destacados intelectuales, se
formuló un proyecto titulado “Mérida sostenible, una ciudad para la gente”,
orientado hacia los próximos 50 años y destinado a evitar la degradación de
nuestra ciudad.
“Fui invitado por el BID, a través del Centro
de Gestión Integral de Riesgos de la ULA, Cigir, para participar en un taller y
mostrar nuestro trabajo relacionado con el desarrollo de Mérida. Allà nos dimos
cuenta de que nuestra ciudad reúne condiciones para ser emergente y sostenible,
pues tiene a la Universidad de Los Andes, un proyecto adelantado y la Facultad
de Ciencias Forestales y Ambientales”.
Representantes de ciudades como Santa Ana en
El Salvador, La Paz en Baja California, GuanÃa en Brasil, Trujillo en Perú y
Montevideo en Uruguay, han recibido aportes del BID, y actualmente se suman
cuatro ciudades de Colombia: Barranquilla, Bucaramanga, Manizales y Pereira.
“Todos ellos aprovechan la experiencia de los expertos del BID, quienes interactúan
con sus pares locales. Es bueno decir que los proyectos no se imponen, se
deducen de esa interacción, se facilita el contacto entre los ciudadanos, con
los organismos de gobernabilidad y con los universitarios para que se moldeen
las propuestas y se prioricen, porque algunas tienen prontas respuestas y otras
deben esperar”.
Son 150 los indicadores que abarcan las áreas
de desarrollo de una ciudad, y en Mérida se podrÃa priorizar, por ejemplo, el
manejo de los desechos y la vialidad. Es bueno señalar que ese millón de
dólares se designa sólo para la realización del proyecto, pero posteriormente
hay posibilidades de financiamiento para la ejecución de las obras. Venezuela
es miembro prestatario del BID y algunos paÃses europeos, incluso China, ofrecieron
350 millones de dólares para el desarrollo de América Latina.
“El BID, además de ese millón, facilita
créditos, pero no vamos a quedar ‘embarcados’ con el banco, pues sus
representantes tienen contactos con empresas de diversos paÃses que pueden
completar las inversiones”. Lobo Quintero sostiene que el objetivo y las
intenciones del BID es ayudar a las ciudades latinoamericanas a ser mejor
planificadas y más compactas, que consuman menos espacio y no se disgreguen,
que aprovechen mejor la infraestructura, con sistemas eficientes de transporte
público, que traten y reciclen los desechos sólidos, con rutas alternativas
para los ciclistas y motorizados, eficientes en el uso de la energÃa, que
garanticen la seguridad de los ciudadanos y con capacidad fÃsica y
administrativa para manejar servicios públicos de calidad.
“El BID tiene tres subsistemas:
sostenibilidad ambiental y cambio climático, desarrollo urbano integral y
sostenible y sostenibilidad fiscal y gobernabilidad, pues esta última se debe
incorporar como uno de los problemas de la ciudad y no como un problema
resuelto, porque debe ajustarse a un proyecto de desarrollo sostenible como un
aprendizaje del gobierno local y del estadal”.
¿Serán nuestros académicos capaces de llevar
adelante un proyecto como este? ¡Claro que sÃ!, hace falta entonces voluntad
polÃtica y confiamos en que los gobiernos nacional, estadal y local puedan
emitir esa carta compromiso que nos permita manejar un proyecto BID en todas
sus fases, que los merideños se apropien del mismo y evitemos asà la
degradación fÃsica y social de Mérida. “Necesitamos tener otra ciudad y
pronto”.
Adriana
Heras/Prensa ULA

