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Más que conocimiento el Jardín botánico de Mérida
 brinda una experiencia de vida


 
Leer en un texto botánico la denominación Arundina Graminifolia – orquídea de origen japonés no se compara con la experiencia de palpar y apreciar las vivas tonalidades de sus sépalos y pétalos.

En el Jardín Botánico de Mérida, ubicado en la zona norte de la capital andina a 1850 metros sobre el nivel del mar, se tiende el puente entre estas dos experiencias. Allí, guías, obreros y profesores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de los Andes, atesoran y construyen desde 1.991, el más importante museo viviente del occidente venezolano.

Con un área de exposición pública de 8 hectáreas y 44 de extensión total, el jardín botánico merideño ofrece a sus más de 20.000 visitantes anuales, 14 áreas temáticas, entre las que destacan un guadual, un jardín oriental, un bromeliario, un bosque de selva nublada, un bosque caducifolio tropical y un jardín primitivo.

Oriana Villafraz, estudiante de Biología en la ULA y guía, explica que el jardín conforma junto al parque metropolitano Albarregas, un corredor biológico que equilibra el clima y conecta los Parques Nacionales Sierra Nevada y Sierra de la Culata.

Detalla, que el desarrollo urbanístico en el municipio Libertador de Mérida, ha dado cabida al fenómeno conocido como isla de calor, que afecta a ciudades con cobertura arbórea inferior al 5% y que a pesar de ello, las temperaturas al interior del oasis, varían entre 12 y 20 grados centígrados, con una media anual cercana a los 16,9°C.

"Esta es un área de esparcimiento con un enfoque espiritual, las personas vienen a reencontrarse con la naturaleza en un contacto directo. Por otro lado, es también un gran laboratorio científico en el que se realizan investigaciones, labores de preservación de la biodiversidad, así como labores de educación y sensibilización de los visitantes hacia la naturaleza", explica la joven guía.

El parque Jardín Botánico de Mérida, ubicado en el sector la Hechicera de la capital merideña, no sólo es un espacio de investigación y conservación de la biodiversidad de Los Andes venezolanos, es también un espacio para el sano esparcimiento, la relajación y el turismo educativo.

Más allá de ofrecer el dato científico, de que la Hydrangea macrophylla es una Hortensia, el Jardín Botánico merideño comparte con sus visitantes el genial misterio de la vida, que brota en cada flor y misteriosamente germina en las más variadas formas y colores desde la madre tierra. 

AVN